miércoles, 29 de julio de 2015

la frágil materia de que están hechos los sueños

No creí que ser adulto fuera así. Llega un momento que tienes que buscar razones para vivir. Biológicamente no estamos diseñados para vivir tanto. Para gestar y procrear el gen egoísta no necesitamos tantos años. Tal vez no hace falta crecer más allá de quince o veinte años, cuando biológicamente estamos preparados para tener hijos.

Este tema no tendría sentido hace dos o tres generaciones. La esperanza de vida se ha disparado. No digo que tenga que disminuir, digo que hay que buscar razones para vivir.

En mi caso, la oscuridad se cierne sobre mi consciencia. Tan solo quiero volver al lugar de donde vengo. No sé si ese lugar son las estrellas el cálido vientre de mi madre. Un lugar donde estoy a salvo. Parece que el cielo nocturno, la bóveda celeste, por la noche, es como un gran vientre, del que me gustaría formar parte.

Dormir siempre. Dejarme ir. Cuando por fin despierto encuentro una realidad que me es ajena. Es solamente mi historia personal lo que encuentro. Y no es una historia para nada interesante.

Encontrar un sueño, inventarse el modo de seguir. Son buenas cosas. Sin embargo, yo creo que, no sé si tengo la presencia de ánimo para encontrar ese sueño. Me refiero a ese algo que me haga volver a estar interesado en vivir, y no en dormir.

Poienso en el ánimo del guerrero. ¿Hace falta? He leido algunos libros que hablan de que ...para solucionar un problema, hay que terminar con el problema. Sin pararse a contemplarlo, pues tan solo es, un problema. No sé si puedo terminar con el problema. Pues tampoco sé muy bien de qué se trata. Solo tengo ganas de dormir.

También tengo ganas de estudiar. No sé qué estudiar. Me gustaría ponerme a leer y aprender. Como si yo mismo me programase mi plan de estudios. Una especie de estudios autodidacta. Pero es un sueño muy frágil.

El peso de la existencia, de lo que me pide el día a día, ¡Hace tanto calor! La pereza vuelve a hacer presa en mí. Tantos sueños quebrados por gente que no me consideró que ahora no sé si puedo volver a vivir con un sueño propio. Es todo muy vago e indefinido.

Tal vez no encuentre el aroma de un sueño, para continuar. En agosto vuelvo al trabajo. Y no sé si podré siquiera levantarme de la cama. Por otro lado, nunca he estado con las cosas más claras. Sé que no me gusta la vida. No en los términos en los que están planteados. Es todo muy espeso. Parece chapapote.

Parece que encontrar un sueño es difícil. Me gustaría ser lobo. Un lobo solitario. Caminando por las veredas, consiguiendo mi comida. Sin más pretensiones que la próxima pieza de caza. Eso o dormir.